sábado, 3 de marzo de 2012

ENRIQUE BUNBURY, LICENCIADO CANTINAS

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Enrique Bunbury, Licenciado Cantinas

El músico español cuestiona a la religión, opina sobre política, matrimonio y promueve su más reciente producción discográfica titulada Licenciado Cantinas.


Por Juan Carlos Villanueva


¿Dónde quedó aquel poeta lujurioso adicto a los placeres del sexo y las drogas, el escéptico hasta el tuétano de El viaje a ninguna parte? ¿Qué le pasó al chiflado que quería ir al psiquiatra cuando se sentía un hombre elefante del showbiz en la era de Freak Show? ¿En qué madriguera se refugia ese lobo estepario que se resistía al llamado de la manada?

Enrique Bunbury parece un hombre nuevo, se mantiene delgado y greñudo, pero ha cambiado al tequila por una taza de té de manzanilla para iniciar la conversación. Aquel ser pútrido en su miserable existencia que colapsó en 2005 cuando anunció la disolución de El Huracán Ambulante, hoy es un hombre que brilla con luz propia. Su mirada desorbitada y delirante, hoy parece apacible y acertada. Algo o alguien recogió el estiércol y quitó las telarañas de su rostro, esas telarañas que parecían arrugas trazadas por los tiempos de agonía, rabia e indigencia en las periferias del estrellato y la podredumbre egótica.

Bunbury sabe que la vida no perdona. Tarde o temprano, nos remite al nefasto espectáculo de mirarnos al espejo. De voltear hacia atrás y ver lo que perdimos, lo que hicimos mal y lo que jamás pudimos vivir. “Personalmente ya no tengo nada que ver con el hombre que era en la época de Freak Show. Cinco años en la vida de una persona son sustanciables, todo se te mueve y haces cosas. El disco Licenciado cantinas es un puñado de canciones que he querido hacer desde hace mucho tiempo, desde la época de Flamingos (2001 y 2002). Afortunadamente, llegó este momento en que me siento más concentrado y puro para hacer una digna versión de canciones ajenas. Hubo un momento en que iba a salir poco después de El viaje a ninguna parte (2004), luego me propusieron que saliera después de Helville de Luxe (2008), pero yo tenía las canciones de Las consecuencias (2010). El viaje y trayecto que he recorrido hasta ahora me ha permitido hacer esto dignamente. Por otro lado, he concretado una etapa de mi vida que me tenía vagando. Me volví padre (su hija, Asia Ortíz, nació el 4 de febrero de 2011, cuando su pareja Jose Girl y él estaban de gira) justo tres meses antes de empezar a grabar este disco. Obviamente, mi vida cambió de manera radical y me hizo ver las cosas de manera muy distinta. Este evento hace que te plantees desde una cosa tan anecdótica como los horarios hasta una reflexión vital o filosófica sobre quién eres, qué quieres hacer y cómo quieres educar a tu hija. Todo eso inunda tu vida de pronto y eso te convierte en otra persona”.



¿Cómo ha influido creativamente toda esta serie de cambios que ha tenido tu vida?

Aún no lo sé. Eso lo sabré en un año, cuando salga mi nuevo disco de canciones propias que estoy escribiendo ahora mismo. Pienso que, indudablemente, el disco va a estar condicionado por el hecho de mi paternidad, el hecho de ver la vida a través de otra persona.

Siempre he pensado que tu obra es como ese tranvía desenfrenado con destino al caos, a la melancolía y a los excesos. Pero ahora, te percibo en un canal diferente. Te encuentro pleno, satisfecho y equilibrado. ¿La felicidad inspira?
Me imagino que te refieres a que mis canciones estaban en un lugar más cercano a la tristeza y que si un autor que se encuentra en un estado eufórico o alegre pueda componer de la misma manera, e incluso, dudas hasta qué punto ese estado emocional puede poner en peligro su obra. No lo veo así. En una charla que tuve con Alejandro Jodorowsky, dijo algo que me impactó mucho. Él hablaba sobre el arte curativo, el arte sanador. Él decía: ‘Todo lo demás es narcisista, un arte onanista y, por lo tanto, inútil’. Esa frase me ha hecho reflexionar bastante y estoy seguro que mi próximo disco va a ser diferente y va a tener otra visión. Definitivamente voy a escribir desde otro prisma. No te puedo definir ahora porque estoy demasiado inmerso en ello. El ‘Yo’ habitual de las canciones va a colocarse en otra dimensión y va a ser más observador que observado.

¿Optimista?
Más que optimista, esperanzado, pero sin dejar de ser crítico por ello. Espero no caer en clichés o melcocha, ya que no es eso lo que me interesa plasmar en un disco, sería precisamente un narcisista y onanista el decir ‘¡Qué feliz estoy! ¡Alegría que ha nacido mi hija y que cambio los pañales por la noche!’

En cuanto a tu disco de covers Licenciado cantinas, siempre he pensado que los artistas que tocan canciones de otros es como el juego de seducir a la mujer ajena. Es un guiño, un coqueteo, una forma de conquista...
Miré a esas canciones de la misma manera en que lo hago cuando yo las produzco y compongo. Para mí es lo mismo tocar una canción propia que una de Agustín Lara. He sido igual de irreverente y he experimentado de la misma manera. He querido llevar la canción a un terreno que pienso mío exclusivo y una visión que tengo en cuanto a la música, los arreglos y el sonido.

Me llama la atención la canción “Ódiame”, sobre todo la parte de improvisación musical. ¿Quisiste respetar la versión original de Rafael Otero, recurriste a la ejecución peruana de Los Embajadores Criollos o te enfocaste en la más famosa por Julio Jaramillo?
Me enamoré de esa canción por Jaramillo, pero al momento de enfrentarme al disco escuché las otras versiones que tienen ese toque puramente peruano. Me interesaba rescatar el espíritu inicial de la canción. Me gusta mucho la música criolla peruana y decidí unir mi forma de ver al rock junto al criollismo. Este disco tiene un trabajo musical que va más allá del cover que haga. Procuré que todas las canciones tuvieran una instrumentación elaborada y compleja. Para mí es importante la parte de producción, arreglos y sonido. Es la parte en la que menos se fija la gente y es una sección muy técnica y especializada. La importancia de la buena ejecución y la calidad musical ha perdido importancia en la gente, se ha limitado al público especializado y a ser contenido de Guitar Player. Ha terminado por interesar sólo a músicos y técnicos. La gente ya no tiene interés por conocer el lenguaje musical. Pero entiendo esa parte, reconozco que cuando veo una película prefiero no poner atención en el lenguaje técnico y mejor me dejo llevar por las emociones que transmite.

¿Recuerdas la primer canción que compusiste?
Sí, era muy niño, tendría unos siete u ocho años. Era acerca de un restaurante al que iba con mi familia todos los domingos. Recuerdo que la canción hablaba específicamente sobre un huevo frito. Era una gran canción.

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